La verdad sobre lo que pasó en Tercero de BUP

«No hay mayor dolor que el amor»… todavía. El resto de la frase es de Séneca. De un moralista estoico que quiso llevarnos a la deriva con su timón más apasionado: la dramaturgia. Sus pulsos fueron filosofía, ministerios, economía. Pero hay un destino y vamos al inicio: la vigía de este escrito empieza precisamente en el mar, sin guarida, con una esperanza de mares sin cordura.

Pensar, vivir, reír. Amar. Bailar. Olas que van y vienen.

Pensar, vivir, reír. Amar. Bailar. Olas que van y vienen.

Me acojo a la quinta enmienda. La deuda se cambió por paz en mi vida durante cinco meses, lo que duró el año pasado mi baja laboral. En ese tiempo sólo atraqué en esta publicación dos veces, por recomendación además, no vine sediento de letras. Me acojo a la quinta enmienda pero susurro una tesis silente: entiendo la bajada de lectores. Fue un atraco perfecto, fue un golpe perfecto, dice esa guitarra fundida de Vetusta Morla. Voy a mi mesilla rota y cojo un sobre al azar, todavía con garganta al raso, con ganas de correr. En la solapa universal dice: Tercero de BUP. Tenerife: qué harías tú. Me siento en la primera nube angular de la ventana polar de mi horizonte, y recreo. Era junio de 1993, finales de mes. Habíamos acabado el curso, unos fuimos a Tenerife, otros se fueron a algún país del mundo. En el Instituto Rodríguez Moñino de Badajoz, donde estudié, hubo dos excursiones de fin de curso. (nota al margen: al finalizar un examen de Historia en la Complutense le conté esta anécdota emocional al catedrático que me examinaba. Terminé y me preguntó, ¿sabes quién era Rodríguez Moñino? Eh.. no supe qué contestar con el desamor que sufría al recordar. Me suspendió. Desde entonces no lo olvido, ambas). Yo fui a Tenerife, podría volar, estaba a mi alcance, quién quiere ocultarse de lo desconocido. Y el inicio fue la perdición y la génesis de un fuego inventado. Sigo sincero: decidí en el mismo autobús hacia Madrid que me gustaba una chica. En la cola del aeropuerto decidí por mí mismo que yo no le gustaba, sin emitir ella señales de nada, de si debía de ir a un bosque o a un cortafuegos. Y en la primera discoteca de Tenerife, arrancado entre alfileres, decidí marchar al mar: mi primer viaje solo, fuera de casa, empezó girando solo al vaivén de las rocas y las olas. Con la piscina cerrada, la luz de la luna deseando alumbrar cuerpos y no lágrimas y un walkman en el suelo sonando sin parar. Sí, walkman. La música, Eric Clapton y su increíblemente precioso y duro Tears in Heaven. Aunque en el momento sólo era desgarrador. Y no sabría describirlo. No termino la historia por pura revelación de secretos. Y privacidad, igual que la historia siguiente, que enlaza con Aitana Sánchez-Gijón y su pared reluciente de dulzura y miedo.

Vargas Llosa y Aitana Sánchez-Gijón, en el teatro romano de Mérida.

Vargas Llosa y Aitana Sánchez-Gijón, en el teatro romano de Mérida.

Era 2005. Otoño. Mérida. Reunión de urgencia del comité ejecutivo del entonces Consorcio del Festival de Teatro Clásico de Mérida. Destituyen a Jorge Márquez como director gerente y encargan a Gregorio González Perlado, coordinador, confeccionar la programación del año 2006. Dos grandes productoras teatrales mueven los hilos de los proscenios contemporáneos. Pentación (que actualmente ostenta la dirección y gerencia). Y Focus. Y de ésta última llega la propuesta antes de acabar 2005. Vargas Llosa quiere subirse al teatro romano de Mérida, de la mano de un viejo manuscrito suyo, y suavizado por la presencia de Aitana Sánchez-Gijón. Le he pedido pocos favores al señor coordinador a lo largo de mis 39 años, pero aquel fue uno. En esos años yo trabajaba en Madrid con un amigo, una extensión de mí, con el cantautor Ismael Serrano como road manager, manager, prensa, comunicación, web, producción, da igual, hacía de todo y en todos lados estábamos. Imagina un nombre de la cultura intelectual de América Latina. ¿Ya? Pues con él y ella hemos estado, en su casa o en un escenario y camerino. Pero aquel día el foco tamizaba diferente. Era como si fueran a fumigar la Tierra. Mañana desaparecieran los lechos del mundo y sólo quedara esta noche. La última cita. La agenda marcaba las 19.30h en el Teatro Español. Yo fui andando desde la calle Toledo, donde trabajaba, con alevosía, verdad Aute. («Más que amor lo que siento por ti es el alma que se encela.. es amar hasta que duela..»). Fuimos a la puerta lateral del teatro dirigido por Mario Gas, anfitrión ausente. Salimos a la calle y Vargas Llosa me extendió la mano, el primero, sin ser consciente de yo no era nadie, al cabo. Nadie necesitó expresarle que en Mérida el fuego del teatro funde la política en la arena, ni derechas ni izquierdas. Él lo sabía, que ha sido bien derrotado y aquí se sentía vencedor. Yo, de pie, miraba fijamente a todos los ojos y contaba dragones y exploradores y locuras de intempérie, como canta Alejandro Sanz, hasta que Aitana se dio cuenta de mi mirada abrumada y con una ternura sutil y desconocida, me dio dos besos, cuatro razones y cientos de argumentos sobre Penélope. Odiseo y Penélope triunfó aquel agosto de 2006, tanto que el dolmen Aitana – Vargas Llosa ha repetido éxito y paraíso.

Escenario del Teatro Español, abierto en 1583, sede del encuentro narrado y donde la pareja ha representado casi todas sus obras. En Madrid, calle del Príncipe, al lado de la plaza de Santa Ana.

Escenario del Teatro Español, abierto en 1583, sede del encuentro narrado y donde la pareja ha representado casi todas sus obras. En Madrid, calle del Príncipe, al lado de la plaza de Santa Ana.

Como sugirió Guillermo Fernández Vara en un reciente post, hay asuntos dentro de palacio que en palacio han de quedarse. Puedo decir que yo, aquella noche dejé a los grandes jugar al póker mientras me decidí a aprender sobre gestión teatral con una actriz Medalla de Oro y un escritor Premio Nobel. Y de aquella noche en la plaza de Santa Ana he extraído muchos de mis recuerdos de cuarta pared y mis entretelas culturales que suelen tener catalizador musical.

La vista desde mi apartamento alquilado de Mijas, el 4 de julio.

La vista desde mi apartamento alquilado de Mijas, el 4 de julio.

La casualidad me ha llevado a estar de vacaciones del 4 al 15 de julio. Y también, a irme a La Cala de Mijas, a un lugar sin Internet, con mis dos hijos. No me he enterado casi de nada este tiempo de muro de protección, y apenas un ligero equipaje viajó conmigo. Ni cajas ni recuerdos. En la mochila metí con milimétrica fragilidad una entrada, Medea de Séneca, 15 de julio, 22.45h. Fila 18. Y salí de vuelta de Málaga a tiempo para llegar a la hora preciosa, el día preciso. El teatro estaba lleno, un miércoles, este festival, mi guerra y paz particular. La emoción rebrota tras tantos años. Tras tantas madrugadas sentado solo y muy cerca de una persona viendo moverse a la luna mientras en el escenario sucedían tantas otras cosas. ¿Te acuerdas de Maria Joao Pires? Magia, pura magia. Vaciar el cuerpo, expiar pecados en un ser para comenzar el duelo de enfrentarse al teatro, al puro dolor. O al puro amor. Medea de Aitana lo es todo, o más. Porque el teatro es interpretación. Vida que sube montañas sin cimas mientras Aitana entra en éxtasis tratando de sacarse demonios hijos maridos malditos. Para que quepa el público. Y ella misma, tan grande como es.

11 días después. Vista desde mi piso, el 15 de julio antes de viajar. En el mar se llama bruma que impide ver horizontes y límites.

Vista desde mi piso el 15 de julio antes de viajar. En el mar se llama bruma que impide ver horizontes y límites.

Se hace el silencio, tras la expiación fallida. Suena el contrabajo. Canta una actriz Tonada de luna llena, (encontramos esta versión delicada de Natalia Lafourcade). Tonada que nos dice a 2.500 personas: “.. Dándole combate a un río / Así es como se enamora / Tu corazón con el mío”. No hay mayor dolor que el amor, desde Grecia a Tenerife, Mérida o Málaga. Y nunca acabará, si es cierta esta gran tragedia.

Dice Manu Chao, "Si me das a elegir entre tú y ese cielo.. donde libre es el vuelo para llegar al olvido". Mérida, tras Medea. 15 julio 2015.

Dice Manu Chao, «Si me das a elegir entre tú y ese cielo.. donde libre es el vuelo para llegar al olvido». Mérida, tras Medea. 15 julio 2015.

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